La paloma torcaz (Columba palumbus) es la mayor de las palomas europeas, con una longitud entre 40 y 45 cm y una envergadura que puede llegar a 80 cm. Destaca por su cuerpo robusto, cabeza pequeña y plumaje predominantemente gris azulado, con el pecho de tono rosado o vinoso y el dorso más parduzco. Una de sus señas de identidad son las manchas blancas a ambos lados del cuello y en las alas, muy visibles en vuelo, así como el pico de base rosada y punta amarilla-anaranjada. Sus ojos son amarillentos y las patas rojizas. Ambos sexos tienen aspecto similar, aunque los jóvenes son más pardos y carecen de las manchas blancas en el cuello.
Muy adaptable, la paloma torcaz se encuentra tanto en bosques de frondosas o coníferas como en tierras agrícolas, parques urbanos y jardines. Su dieta es principalmente vegetariana, basada en semillas, granos, brotes, frutos y, en otoño, bellotas y hayucos. Aunque es un ave esquiva en zonas rurales, puede ser bastante confiada en las ciudades. Fuera de la época de cría, son gregarias y pueden formar grandes bandadas. Su canto es un arrullo grave y potente, fácilmente reconocible. Nidifica en árboles o arbustos, y suele hacer varias puestas al año, llegando a ser extremadamente común en gran parte del sur y centro de Europa.